Edgar Espinoza Edgar Espinoza

Bajo el hechizo de las esferas de piedra

Más allá de la belleza geométrica de las esferas de piedra, que la sentimos, vemos y palpamos, nos seduce otra, igual de magnética, pero que solo alucinamos: la enigmática.

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Mi guerra final

Estoy a punto de iniciar una rebelión nunca vista. Por ahora, muy mía y sin nadie más en la tropa que yo, pero con la esperanza de llamar a filas a tantos fans como deseen unirse a mi causa.

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Dios contra Dios

De niño yo debo haber sido un pequeño Judas porque viendo y sintiendo la Semana Santa tan gris y patética, procuré siempre hacerla alegre al menos para mí.

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Buscando chamba

Les presento hoy aquí mi curriculum actualizado a ver si a mis casi 80 años soy bueno p’algo y me dan trabajo.

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De regreso al pecado original

Estoy segurísimo de que, en Punta Mona, Manzanillo, nació el mundo. Aquí, en este pequeño recodo del caribe sur donde me encuentro, se deben haber incubado todos los placeres, hechizos, pecados y truenos del planeta.

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Trotando con Mohammed Alí

Ese sábado temprano en la mañana terminé de trotar y me explayé, exhausto, en una de las gradas de mármol a la entrada del hotel Fontainebleau, de Miami Beach, donde me hospedaba.

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Mi yo clarividente

Voy a contarles una intimidad que a pesar de mi avanzada edad sigo sin descifrar. No sé cómo, al nacer, se coló dentro de mí otro yo, otro ser, como si se tratara de un gemelo abstracto, metafísico.

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De la troja a la suite

Acabo de descubrir algo insólito. En el mismo sitio de Bahía Culebra, Guanacaste, donde hace 63 años yo solía dormir en una troja cada vacación de febrero, hoy hay una suite que cuesta $37.200 la noche.

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Columna Salvaje

Mi hijo Alonso y yo acabamos de hacer una locura: viajar tres días a la prehistoria.

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El papa y yo

Desde que llegué a su sala de audiencias en el Vaticano, le noté algo raro al papa Juan Pablo II.

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Ahí viene «Tetas»

Ya lo habíamos visto. Estaba cerca, como a 50 metros. Venía como siempre, tocando puertas y voceando de casa en casa su «romero y manzanilla»

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Seducción Caribe

Ella nunca me lo dijo. Lo supe cuando cayó rendida para siempre ante la magia sobrenatural de nuestro Caribe Sur.

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¡Los «eyaculadores»!

En el preciso instante en que un funcionario público te ponga trabas y peros, miralo bien a la cara y descubrirás algo insólito: «¡Eyacula!».

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La apuesta de la muerte

Sentados en el cordón del caño, mis tres amigos y yo, a escondidas de nuestros padres, pactamos esa tarde de 1957 la apuesta de la muerte.

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La frontera perdida

Fui en estos días a Bahía Salinas atraído por su belleza natural, pero lo que vi esa mañana en el puesto fronterizo de Conventillos me desacomodó todos los fierros del ser.

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Mi Tamarindo primitivo

Ese mediodía que llegué por primera vez a playa Tamarindo se podía tocar el sol con un dedo.

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El último fantasma

Estoy en este instante en un lugar donde asustan. No es el Poder Judicial, ni Hacienda. Es la casa que alquila un matrimonio amigo mío en San Ramón de Tres Ríos.

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